15 de AgostoButch Morris en Experimenta 98.MEMORIAS DE LA IMPROVISACIÓN. por SERGIO A. PUJOL. Butch Morris sale a escena. Es un director decidido a conducir situaciones espontáneas,a darle alguna dirección a lo aleatorio. Un director que no cree en partituras generales ni parciales, y que sin embargo... asume con firmeza la jefatura de un escuadrón delirante. Sus materiales son las personas y su potencial sonoro. Sus órdenes, gestos codificados. Para Butch Morris, que conoce los caminos menos frecuentados del jazz contemporáneo, la música de improvisación debe ser la celebración de un presente absoluto. El "aquí y ahora" existencial de la música se revela plena y brutalmente en ese ensamble de quince músicos argentinos -saxos, guitarras, piano, clarinte bajo, acordeón, bandejas giradiscos...- y un conductor norteamericano que pone en funcionamiento los caprichos de la memoria, en gran medida su propia memoria. ¿Un despertador de músicas ajenas, que se vuelven propias en la totalidad repentista del ensamble? ¿Un psicoanalista musical que deja hablar a sus pacientes pero les marca los tiempos de modo implacable? No es fácil definir a Morris cuando, sin renunciar a cierta dosis de teatralidad propia de todo acto de dirección, arma de la variedad de talentos que tiene por delante una música que tiene pulso, que tiene rítmica, que tiene -al menos fragmentariamente- melodía. Tampoco es fácil entender que de esa congregación de instrumentos disímiles pueda nacer una cierta tonalidad de base, tonalidad "pedal" que evoca la heterofonía de músicas lejanas en el tiempo y en el espacio. En ese aquelarre de final feliz -o al menos sin hogueras purificadoras-, cada músico da lo suyo. Marcelo Moguilevsky sopla aires de canción judía, Edgardo Cardozo roza el tango sin tocarlo, Pablo Ledesma está entre Sidney Bechet y Steve Lacy, Damián Bolotín frasea con ímpetu rioplatense líneas decididamente atonales, y así sucesivamente. Morris los escucha y les marca las entradas, los libera y los retiene, pero siempre los corta antes de que la música se vuelva cita literal de otras músicas. A diferencia de los creadores de collage, Morris propone una estética de sonidos "puros", sin mayores planos de referencia, despojados de una imaginería cultural demasiado evidente. Podría decirse, en ese sentido, que lo suyo es la antítesis del Pop. ¿Diálogo de culturas? Sí, pero en distintas lenguas a la vez. En rutas solitarias o en las grandes avenidas del tutti, el Ensamble Experimenta se dirige a lugares desconocidos. Músicos y oyentes -aunque esta distinción esté fuertemente cuestionada desde el escenario - avanzan tras los dibujos aereos de Butch Morris, el oyente memorioso, el compaginador de libertades, el caprichoso exquisito. Si en los tiempos largos hay cierta dispersión, cierto derroche de energía, en las conducciones cortas se alcanza una inquietante intensidad. Y no menos inquietante es pensar lo provechoso que sería el método Morris en la pedagogía musical argentina. Sergio A. Pujol es autor de "Jazz al Sur. La música negra en la Argentina", entre otros libros. 13 de SeptiembreLa guitarra como instrumento global
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